Thomas Heurtel se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la primera jornada de la Copa del Rey 2022. El base francés llegaba a la cita copera con dudas, las que mostraba su juego y el rendimiento inmediato del Real Madrid, y salió reforzado de una primera batalla ante Río Breogán que comenzó con silbidos y mofas por parte de la afición del Barcelona y acabó con el ‘4’ callando bocas con un doble-doble aderezado por un cierre majestuoso y necesario para un equipo con dudas.
La vida da muchas vueltas, y sino que se lo digan a Heurtel. Madridista por sentimiento, o así lo mostraba en un pasado no tan lejano en las redes sociales, su penúltima parada en la élite del baloncesto europeo le llevaría al eterno rival, el Barcelona, al que llegó con la vitola de mago y se despidió por la puerta de atrás, peleado con el entrenador y tirado en un aeropuerto, el de Estambul, a donde había viajado para sellar un potencial traspaso al Real Madrid.
Meses después y ya como jugador, Heurtel no había podido hacerse con los mandos de un equipo enfocado hacia las posiciones interiores y en el que la magia del francés había aparecido a cuentagotas. Su escasa defensa y una selección de tiro mejorables le lanzaban a la Copa como candidato a la salida en verano, donde no tiene contrato garantizado –firmó 1+1 temporadas– y llegará un base de campanillas, sea o no Shane Larkin.
Así las cosas, el panorama no pintaba demasiado bien para Heurtel en la Copa, pero él lo tomó como una oportunidad y Laso le dio la alternativa desde el inicio. Titular ante Breogán, el galo comenzó errático en el tiro, lo que dio pie a las mofas de la afición del Barcelona presente en el Palacio de Deportes de Granada, que le recordaba la escena del avión, con claro tinte sarcástico, además de dedicarle algún que otro silbido.
De las mofas al silencio
Sin embargo, Heurtel ya había comenzado a producir y en la estadística sobresalían unas asistencias que, nutriendo a Tavares y Yabusele, le lanzaban cerca de la decena que alcanzaría en la segunda mitad. En plena desconexión madridista, a Laso no le importó el déficit teórico en defensa de Thomas, que saldría en el momento decisivo para mostrar nervios de acero y una muñeca a prueba de bombas.
Siete puntos consecutivos convirtieron su partido del notable al sobresaliente, acabando con una mencionable tarjeta de 12 puntos, 4 rebotes y 10 asistencias en 23 minutos sobre el parqué. Los pitos de la grada se convertían en silencio y los cánticos aéreos eran cosa del pasado ante un Heurtel que silenció Granada y demostró que en las grandes citas, pocos como él para gestionar los momentos calientes.